
La capital
La muerte de un pasado
A parte de la guerra civil, el fuego y el viento fueron los grandes enemigos de la ciudad. En apenas seis horas, las llamas se adueñaron de todos los barrios tradicionales de Santander, cuando a causa del fuerte viento, las vigas de las viejas casas incendiadas, prendían a su vez otros edificios por la estrechez de sus calles.
El paseo Pereda inundado de agua de la bahía que se lanzaba contra los edificios, árboles arrancados de raiz que habían aplastado algún tranvía o alguno de los pocos automóviles que circulaban en la época, edificios que estaban ya medio devastados, era todo lo que se podía ver ese día .
La población con una calma digna de alabanza, salvó lo que pudo, y aunque parezca casi imposible, este incendio que dejó completamente derruida la ciudad, no causó ni una sola víctima mortal.
Bahía
Cabo Mayor Casino
P.Festivales Piquío
Playas
A partir del Palacio de Festivales y siguiendo por el paseo de la Avenida Reina Victoria en dirección del Sardinero, encontramos primero la playa de "Los Peligros". Desde la posición privilegiada de este paseo, podemos ver la entrada de la bahía con las playas del Puntal o las más lejanas de "Las Quebrantas" y "Loredo"al otro lado. Siguiendo el recorrido, y a nuestros pies, la playa de la Magdalena y la de "Bikini"; cerca de estas es obligada parada la península de la Magdalena con sus magníficos jardines y, sobre todo su palacio que fue regalado por la ciudad al rey Alfonso XIII y a su esposa Victoria Eugenia. Con la segunda república el parque y el palacio vuelven a ser propiedad del Municipio que en 1932 lo destina a Universidad Internacional de Verano.
Dejando la Magdalena, la playa del Camello con una roca que se diría que sea un camello tumbado, y después la de la Concha que precede a la primera y segunda del Sardinero separadas estas cuando la marea esta alta por los jardines de Piquio. Al pie de Cabo Menor, "Los Molinucos", y al final la escondida concha de Mataleñas. Todas estas playas con su fina y limpia arena blanca y una cierta seguridad al encontrarse al abrigo de la bahía que las protege del bravucón Mar Cantábrico, y de sus a veces impresionantes olas. Se aconseja subir hasta Cabo Mayor ya que desde aquí se tiene una vista magnífica sobre la costa cantábrica.